La mayoría de los terapeutas manuales, en algún momento durante el desarrollo de nuestra profesión, pasamos por esta experiencia: sentir como nuestro usuario sufre una crisis de llanto, a veces de forma casi repentina, sin previo aviso y en ocasiones… Intensa.

Cuando aplicamos una técnica manual como por ejemplo el Quiromasaje, la Reflexología o la Osteopatía bioenergética, entre otras, observar una crisis de llanto es más habitual de lo que creemos.

¿Qué es una crisis de llanto?

Aunque de entrada ver como una persona llora desconsoladamente nos parece doloroso, debemos saber que una crisis de llanto es uno de los mecanismos que tiene el cuerpo para liberar tensión. Es una reacción natural ante una acumulación de estrés (que puede ser tanto físico como mental o emocional) y que se libera estallando en forma de llanto.

Puede ser que este episodio pille totalmente desprevenida a la misma persona que la sufre, que en ocasiones no es consciente de la carga emocional que soporta ni del estrés que lleva acumulado. Puede darse el caso que no entienda qué le pasa o “por qué le pasa ahora” si …“yo estoy bien”…

Es importante tener en cuenta que nuestro cuerpo tiene mecanismos propios para rebajar el nivel de estrés que le afecta y que le hace enfermar, siendo una crisis de llanto una de estas maneras. Otra puede ser, por ejemplo, crisis de temblores incontrolados, como cuando tenemos mucho miedo (terror) o cuando nos enfadamos intensamente, e incluso ataques de risa histéricos.

Saber esto nos ayuda a tener en cuenta que, aunque pasamos un mal rato, es realmente liberador y la sensación de alivio posterior es muy notoria.

Si soy el terapeuta… ¿Cómo debo actuar?

La primera reacción, normalmente, es intentar consolar a la persona, pero…  OJO, ES UN ERROR.

Su cuerpo está intentando liberar una fuerte tensión, así que justo en ese momento acercarnos e invadir su espacio, abrazar a la persona o hablarle y distraerle o intentar que deje de llorar, frenará este acto natural del organismo y no la estaremos ayudando.

En estos casos se muestra también la profesionalidad del terapeuta. Si te dedicas a las técnicas manuales ya tienes una sensibilidad especial, está claro, pero en casos extremos es cuando hay que tenerla más a flor de piel, mantener la calma y ser más amables y empáticos.

Es importante que durante la formación como terapeuta este tema se hable, se comente en clase y te formen también a este nivel, de manera que puedas gestionarlo lo mejor posible.

Ese momento requiere de una actuación especial, y es muy posible que tu usuario necesite quedarse a solas, así que pregúntale si lo desea. Que sienta que pueda tener un momento de intimidad.

En algunas ocasiones te dirá que sí, en ese caso cubres la zona que estabas trabajando y sales de la cabina. Permite que tenga un tiempo con su experiencia liberadora y al cabo de unos minutos prudenciales, llama a la puerta para saber cómo está y si puedes continuar.

Tal vez te diga que no hace falta que te vayas, en ese caso, nos mantenemos calmados y sin interactuar, sin hablar, las manos colocadas en su espalda o mejor sobre sus pies. Esperamos que acabe la crisis y cuando pase, preguntamos si podemos continuar.

A menos que seas psicólogo además de terapeuta manual, no intentamos “saber qué ha pasado» ni «aconsejar qué debe hacer”. Toda esa descarga normalmente les deja exhaustos y les producirá un efecto que tendrá que gestionar en más o menos tiempo.

¿Por qué ocurre durante el masaje?

Durante un masaje se producen diferentes efectos, se activa la circulación sanguínea y se relaja la musculatura, pero también se afecta el sistema nervioso, generando una sensación de bienestar. Esto se debe a la activación del sistema nervioso vegetativo parasimpático; nos relajamos y reducimos considerablemente la sensación de estrés.

Cuando el estrés es excesivo y mantenido en el tiempo, sus efectos son complejos y afectan a todo el organismo en general, a todos los niveles. Nos mantenemos en un permanente estado de alerta, de peligro, y así vivimos, defendiéndonos sin darnos ni cuenta.

Un buen masaje puede conseguir bajar la “armadura” que nos mantiene alerta, en guardia; y es entonces cuando pueden aflorar sensaciones o emociones que no se han gestionado correctamente y han quedado estancadas. En ese momento el cuerpo intenta liberar la emoción que le daña de las maneras que puede.

Como terapeuta es importante conocer esto, el por qué pasa y cómo actuar. Si durante la formación te lo explican, cuando te pase estarás mejor preparado para la experiencia.

Uno de nuestros alumnos, al acabar el curso, compartió con nosotros su paso por esta experiencia. Nos escribió:

“Hoy he hecho un masaje a una amiga, y al poco rato, en la camilla, ha roto a llorar. Recuerdo que nos lo dijisteis, que no nos extrañásemos cuando nos pasase. Pues hoy ha sido el primer día.

Ha sido bonito. De hecho, el masaje de hoy tenía más intención emocional, era un masaje de cuidar más que de disminuir un dolor físico concreto.

Me he acordado de vosotros, de las clases y de cómo nos avisásteis que esto podía suceder.

Qué bonito es poder ayudar a alguien en un momento difícil… A veces hablando, o de esta otra manera, a través del masaje».

Es una preciosa manera de acabar este post. Gracias J.A.

Marifé López y Arseni Sánchez
Espai Manual

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