Actualmente cualquier persona es capaz de identificar, de forma general, de qué se está hablando cuando se trata de masaje. Pero realmente, ¿sabemos de dónde procede?
A nuestro parecer, para integrar el conocimiento profundo de una técnica se requiere entender su origen y también su evolución.
Una práctica milenaria y absolutamente universal como es la del masaje, tiene orígenes en todas las culturas, y obviamente una evolución, que ha llegado hasta la actualidad.
Cada uno de nosotros, como aprendices al iniciarse en el mundo del masaje, tenemos nuestra historia personal: un origen, unos objetivos y expectativas e inevitablemente tendremos una evolución, fruto del aprendizaje. Empecemos intentando comprender como otras personas, desde la antigüedad, crearon y utilizaron el masaje.
De dónde procede la palabra “masaje”
No tiene un origen muy claro, se le atribuyen diferentes raíces derivadas de cualquiera de estos vocablos:
– del árabe “mass” que significa tocar o frotar suavemente
– del griego “massien” que significa amasar, frotar o friccionar
– del hebreo “mashech” que significa palpar o tantear
– del francés “masser” que significa amasar, sobar, dar masaje.
El masaje, el hecho de tocar y/o friccionar con las manos, es un acto instintivo que está ligado al ser humano. Todos lo hacemos algún momento, tanto para mitigar el dolor, como para ofrecer una sensación de calma y tranquilidad.
¿Quién no se ha friccionado después de recibir un golpe en una zona de nuestro cuerpo?
Algunas referencias históricas
Ya en el siglo XVIII, en Francia, se hace referencia a maniobras de masaje en un tratado médico. Y si cambiamos de continente, encontraremos referencias al masaje remontándonos a miles de años antes.
En China, existe un tratado aproximadamente del 2700 a.C. que recoge las primeras recomendaciones empíricas, es decir, basadas en la experiencia, sobre el masaje y la gimnasia respiratoria como técnicas terapéuticas. Este tratado, escrito por discípulos de Lao-Tse es “El libro de Kong-Fou of Lao-Tse” (“El arte del hombre”).
Otra referencia es del mítico Houng-Ti, el Emperador Amarillo, que escribió el Nei-King (“Libro del hombre interior”), clásico de la Medicina China, hacia los años 2697-2596 a.C., cuando occidente estaba en la Edad del Bronce.
El libro, escrito en forma de preguntas y respuestas entre el emperador y su primer médico y/o ministro: Ch´i-Po, cubre todos los campos de la medicina. Está dividido en dos partes: El Sou-Wen (fisiología, patología e higiene) y el Ling-Chou, que trata de los meridianos, acupuntura, moxas, sangrías y masaje.
El masaje en China se contempla desde dos vertientes más o menos diferenciadas: El TUI-NA (empujar-sujetar-contener) y el AN-MO (presionar-rozar). El primero es una técnica vigorosa que se asocia a movilizaciones articulares, mientras el segundo es un masaje sutil y suave.
En la India, el Ayur-Veda, ciencia o conocimiento de la vida, también tiene un origen milenario, anterior al 2000 a.C. Se contemplan diversos consejos higiénicos y de masaje (frotamientos y fricciones) con fines curativos, higiénicos y preventivos para actuar a nivel físico, mental y espiritual, dentro de un amplio contexto de normas dedicadas a la medicina.
Del “Manual profesional del masaje” Dr. Vázquez Gallego Ed. Paidotribo Yates (1989), Dr. James Mennell (1920), Holey & Cook (2003)
En otra zona del globo terráqueo, Hawai, encontramos referencias a un tipo de masaje tradicional, denominado Lomi-Lomi, con un origen ancestral de más de 4000 años de antigüedad.
Cuando se aplica masaje, trascendemos al cuerpo, incluso a la mente. Esto lo sabemos ahora y lo sabían entonces. El masaje podía ser sanador y una herramienta perfecta, no sólo para unificar nuestro cuerpo con nuestra mente y espíritu, sino también con la naturaleza misma y el universo entero.
¿Alguna otra técnica posee esta gloriosa y enorme capacidad?
Marifé López y Arseni Sánchez
Espai Manual