La Natación Terapéutica, desde una perspectiva global, es entendida como aquellos programas de salud que se realizan en el medio acuático y que se dirigen, por un lado, a la compensación de las desviaciones de la columna vertebral, es decir, escoliosis, hiperlordosis e hipercifosis y, por otro lado, a la compensación de enfermedades, alteraciones y lesiones (crónicas) que pueden aparecer en la etapa adulta, utilizando para ello desplazamientos acuáticos descritos en el marco de la natación utilitaria y educativa.
Hace más de 30 años que el medio acuático, y concretamente «la natación» es utilizado como medio complementario de las terapias existentes en las desviaciones de columna. Efectivamente, médicos especialistas:
Según afirma Konlian, C., (1999), las propiedades físicas del agua son los determinantes principales que éste medio sea el ideal para la rehabilitación, prevención y compensación de las patologías de espalda.
Porque, es cierto que el desafío de la bipedestación ha supuesto para el hombre una lucha contra la fuerza de la gravedad ya que, en los animales cuadrúpedos, salvo raras excepciones, no se encuentran desviaciones de columna, y en el caso que nos ocupa, no se demuestra la aparición de escoliosis o deformaciones laterales del raquis (1995)[1].
Pocos son los autores que muestran conclusiones convincentes sobre los resultados obtenidos con trabajo físico (fisioterapia) o, incluso con, actividad físico-deportiva. La gran mayoría de estos autores son de la opinión que la fisioterapia, per se, no tiene un efecto corrector real.
También, Tribastone, F, es partidario de la práctica simultánea de la gimnasia correctiva junto a la acción de la natación.
La Natación Terapéutica, por lo tanto, es un programa que utiliza las actividades acuáticas educativas con una finalidad de trabajo puramente higiénico-preventivo, o también denominado de prevención terciaria (1994)[2], aprovechando las propiedades físicas que el medio acuático presenta. Este programa, inicialmente, se sustenta en el Principio de Arquímedes, en el que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del fluido que desaloja. En consecuencia, todo cuerpo sumergido ejerce una presión sobre la superficie acuática, que es igual al peso de la columna de líquido situado debajo de este cuerpo. Por lo tanto, esta presión es directamente proporcional a:
Pero el peso aparente de un cuerpo sumergido es igual a su peso real disminuido por el empuje que supone el principio de Arquímedes. En consecuencia, y tras los estudios de Mollon, G.[1], se ha podido constatar que, en inmersión total, el peso aparente se sitúa alrededor del 3% del peso real. Si la inmersión, en lugar de ser total, es parcial los porcentajes varían en función de las partes del cuerpo que emerjan o queden fuera del fluido. Los estudios de Hérisson, Ch.; Simon, L.[2], muestran que el peso aparente es aproximadamente la mitad del peso real en inmersión hasta la cadera. En inmersión torácica, corresponde a la 1/3 parte de dicho peso. Y en máxima sumersión, el peso aparente es, aproximadamente, 1/10 parte del peso real. Este concepto es de considerable importancia, porque la acción hipogravitatoria acuática nos va a proporcionar, junto a unos ejercicios de fuerza isométrica, isotónica o auxotónica, una batería de recursos técnicos ciertamente sorprendentes.
Asimismo, esta reducción del peso corporal en el agua nos da la posibilidad de realizar ejercicios con menor grado de dolor y en posiciones que serían inviables de efectuar en el medio terrestre (Konlian, C., 1999).
En este sentido, siguiendo las afirmaciones de Konlian, C. y Ariyoshi, M., (1999) las ventajas que el medio acuático tiene ante el terrestre y que justifican plenamente los motivos de elección de un programa acuático como medio de trabajo son:
[1]Sastre, S. (1995). Método de tratamiento de las Escoliosis, Cifosis y Lordosis. Publicaciones de la Universitat de Barcelona. Barcelona.
[1]Generalitat de Catalunya. Dep. de Sanitat i Seguretat Social. (1994). Guia per a la promoció de la salut per mitjà de l’activitat física. Quaderns de Salut Pública, nº 8. Ed. Generalitat de Catalunya. Pág 79. Barcelona
[1]Mollon, G. (1988). Kinesitherapie des scolioses. En «Enciclopedie Médico-Chirurgicale». Tomo III. Pp 26300 A10- 26305 A10. París.
[1]Hérisson, Ch; Simon, L. (1987).- Hydrothérapie et Kinébalnéothérapie. Ed. Masson. París, pág. 7.
Dr. Mario Lloret
– Licenciado en Medicina y Cirugía
– Licenciado en Educación Física
– Catedrático de Anatomía aplicada a la actividad física i deporte de INEFC
– Terapeuta acuático