Friccionamos una zona cuando nos acabamos de dar un golpe, presionamos las pantorrillas cuando las sentimos doloridas o nos frotamos los ojos cuando estamos muy cansados… Todos estos son algunos de los movimientos inconscientes que hacemos en momentos puntuales para mitigar la sensación de carga o dolor.
Si convertimos esos movimientos en una pauta consciente y los realizamos adecuadamente, estaríamos hablando de automasaje.